La primera vez que un niño pisa un museo todo son expectativas. Sin importar la edad que tenga le invade la curiosidad. Sin embargo, es importante cuidar que el interés de los niños por los museos no sea inversamente proporcional a su edad o al número de visitas que haya realizado. Para educar en el amor al arte, no podemos permitir que esas expectativas se vean frustradas.
Arte para niños:
Los niños siempre quieren pasarlo bien, no importa dónde. Un parque es un sitio preparado para que los niños se diviertan. Un museo debería serlo, pero a menudo es un espacio pensado para los adultos. Con todo, hay que alabar el esfuerzo de muchos museos por hacerse más amigables para los pequeños, con programas de arte para niños.
Muchos estamos empeñados en poner nuestro granito de arena para que los niños salgan del museo tan emocionados como cuando entran y que sus expectativas no se vean empañadas por una mala experiencia. Creemos que dentro de un museo se pueden divertir y que, de hecho, se deben divertir. Si no lo conseguimos, la palabra, concepto o imagen “museo” pasará al cerebro como un estímulo negativo y producirá rechazo.
Museos y adolescentes:
Con los adolescentes pasa algo parecido. En esa etapa de su desarrollo es natural que perciban con cierto rechazo aquello que viene de los adultos. El pasotismo es algo que no debe sorprendernos con chicos que están abandonando la infancia. Precisamente por ello debemos conocer cómo piensan, sienten y razonan. Deberíamos ser nosotros los que les sorprendamos, romper las expectativas negativas que puedan tener al entrar en ese “espacio de adultos” y convertirles en el centro de la visita. Sólo así podremos tumbar la barrera generacional.
Lamentablemente, estamos demasiado acostumbrados a ver grupos de chicos de la ESO persiguiendo a un adulto de cuadro en cuadro, escuchando un monólogo que apenas les despierta curiosidad. Esa es la manera más infalible de producir rechazo, apatía y desinterés. Con lo que hoy sabemos gracias a la neurociencia, es imperdonable que esos escenarios se sigan repitiendo.
Visitas culturales
Deberíamos basar las visitas culturales en el aprendizaje por descubrimiento. Proporcionar al alumno la posibilidad de adquirir conocimientos por sí mismo, a cualquier edad, sin facilitar un contenido totalmente acabado, para que observe, razone y deduzca de la manera más autónoma posible. Esto garantiza su aprendizaje.
Siguiendo con la neurociencia, no debemos olvidar otro ingrediente fundamental para que se produzca un aprendizaje duradero: la emoción. Para llevar a los alumnos a un museo es mejor contar con estrategias que les emocionen, diseñadas para causar un fuerte impacto en su memoria. Pero un impacto positivo. Si no, es mejor que no vayan. Porque no querrán volver.