Los guías de Aprendeaver dirigen la mirada de los alumnos cuando quieren captar su atención sobre algo concreto. En una visita cultural de un grupo de segundo de Primaria al Palacio Real de Madrid, el guía entró en una sala y miró hacia arriba fingiendo un gran asombro. Inmediatamente los alumnos, imitaron el gesto del guía para comprobar qué causaba tanto impacto. Con las bocas abiertas y los ojos muy abiertos, los “ooohs”, “aaahs” y “guaus” llenaron la sala. Estaban ante una impresionante escena mitológica de Tiépolo que decora las alturas.
Una de las preguntas del cuaderno de Aprendeaver pedía que, en esa estancia, se contasen unos animales que hay en el fresco del techo. Los alumnos estaban concentrados, aplicándose con la tarea y señalando al techo para contar uno a uno los que iban encontrando. Fue en ese momento cuando uno de ellos levantó la mano y preguntó:
Alumno 1: ¿Qué es esto? ¿Un cuadro para ver el cielo desde dentro del salón?
Guía Aprendeaver: Es un fresco. Como tú dices se representa el cielo, las nubes y algunos personajes y animales.
Alumno 2: ¿Un fresco? ¿Porqué se llama así?
Guía Aprendeaver: Muy buena pregunta, se llama así porque…
Otra alumna del grupo interrumpió enérgicamente:
Alumna 3: Yo, yo, ¡¡yo lo sé!!
Guía Aprendeaver: ¡Perfecto! Dinos qué piensas.
Alumna 3: Está clarísimo -afirmó con confianza la niña, con aires de erudita- se llama así porque todos los que salen… ¡¡son unos FRESCOS!! ¡¡VAN DESNUDOS POR AHÍ!!
Estos momentos de inspiración por parte de los pequeños son tan divertidos como necesarios. Antes de dar una explicación más académica sobre otras acepciones de la palabra “fresco”, dejamos que salga de ellos el investigar y ver qué posibles respuestas existen para una misma pregunta. Al fin y al cabo, la neuroeducación también contempla la sorpresa entre las emociones que ayudarán al niño a aprender en las visitas al museo.