La neuroeducación se está abriendo paso con fuerza en distintos entornos educativos. Esta disciplina con base científica provee de pautas de inmenso valor para múltiples ámbitos de la enseñanza de todas las edades. Y las visitas culturales de los colegios no son una excepción.
El papel de las emociones
Esta ciencia ha demostrado que somos seres emocionales antes que racionales y que, por ello, la emoción y el conocimiento no deben separarse. En palabras de Francisco Mora Teruel, uno de los grandes referentes en el área: “Aprender requiere inexcusablemente basarse en la emoción.”
Un recurso de alto rendimiento académico es el entretenimiento durante el aprendizaje porque ayuda a fijar los conocimientos en la memoria. Como ya hemos hablado en algún artículo anterior, cuando se vive una experiencia agradable –y el entretenimiento, indudablemente, lo es- el cerebro segrega dopamina, que ayuda a construir recuerdos imborrables de esa experiencia. Y no sólo eso: cuando existen expectativas de que se repita una experiencia similar, el cerebro volverá a producir dicha dopamina, predisponiéndonos a otro momento digno de ser recordado.
Y éste es el motivo por el que es fundamental garantizar el éxito de las primeras visitas culturales que hagan los alumnos.
El método Aprendeaver
Hace ya más de 10 años, en Aprendeaver nos dimos cuenta de que si aplicábamos la neuroeducación en las visitas culturales lograríamos un aprendizaje efectivo desde el primer minuto. Los niños debían experimentar emoción, diversión y, casi sin darse cuenta, aprendizaje. Así fue como se desarrolló el método Aprendeaver y sus tres pasos fundamentales para conseguir un aprendizaje eficaz: observa, deduce y aprende.
Pero queríamos ir más allá. La metodología debía permitir un seguimiento individualizado del aprendizaje que, además, garantizara la participación de todos los alumnos. Y nacieron los cuadernos Aprendeaver. Diseñados específicamente para visitas concretas, en museos concretos y para edades concretas. El cuaderno es fruto del estudio minucioso de cada visita para hacerla emocionante a los ojos de cada alumno.
El papel de los guías
El tiempo nos hizo ver que el papel del guía didáctico era fundamental, pues debía convertirse en el despertador de la curiosidad. Por ello, el equipo humano está formado en dinámicas de la neuroeducación: Ellos animan a los alumnos a pensar, a cuestionarse las cosas y a tratar de buscar por ellos mismos las respuestas. Y, por supuesto, a asumir el error con naturalidad y a ser capaces de salir de él de manera autónoma.
El objetivo de las visitas culturales
El objetivo no es tan solo obtener un aprendizaje. Es despertar la curiosidad, aprender a valorar la cultura, el pasado histórico o artístico y, en definitiva, el patrimonio. Se trata de darse cuenta de que ser conscientes del propio aprendizaje produce emoción. Y que la emoción es el vehículo más rápido y eficaz para alcanzar el aprendizaje. Es provocar que el alumno quiera repetir la experiencia, para que en la próxima visita cultural su cerebro recuerde las emociones positivas y se predisponga para aprender.