Tal vez se habla poco del poder del lenguaje positivo a la hora de educar. Luis Castellanos, una de las grandes referencias en este campo, apoyándose en estudios sobre cómo influyen las palabras en el cerebro, afirma con rotundidad que un cambio en el lenguaje provoca beneficios tanto en la comunicación como en la resolución de conflictos o en el aprendizaje.
El lenguaje positivo afecta al desarrollo de la persona
Según Luis Castellanos, las palabras “forjan nuestra personalidad, nuestra memoria, nuestra capacidad de ver el mundo. Las palabras positivas nos enseñan a ver el lado favorable de ese mundo”. Concluye su reflexión añadiendo que, lo que vamos a llegar a ser, “va a construirse con palabras”.
El lenguaje positivo es una puerta enorme para la motivación eficaz y el crecimiento de la confianza y de creatividad. Por ello es tan interesante aplicarlo en la familia y en el colegio.
Las palabras de un profesor
Los alumnos de manera inconsciente intuyen lo que se espera de ellos. El profesor ha de ser consciente de este principio para regular las palabras con las que les habla, pues serán responsables de muchas de las emociones que se desaten.
En relación a esto último, cabe rescatar el famoso estudio de Rosenthal y Jacobson sobre el efecto Pigmalión, donde se demostraba que las expectativas del profesor repercutían directamente en el desarrollo académico de sus alumnos. Este estudio es una muestra más de la necesidad de tener presente que nuestras emociones influyen en nuestro lenguaje, y que éste condicionará las expectativas de los alumnos.
¿Por qué es tan importante el lenguaje positivo?
El lenguaje que utilizamos repercute directamente en la confianza del niño y ésta en su capacidad de “llegar más lejos” o de “dar lo mejor de sí mismo”. No es exagerado afirmar que cultivar el lenguaje positivo puede influir en cualquier ámbito de su vida.
Diana Yoldi, coautora de La ciencia del lenguaje positivo, en esta entrevista lo sintetiza con el siguiente ejemplo: “Si ante un contratiempo en un día cotidiano al narrarlo comienzas con la palabra “afortunadamente” la conclusión de ese hecho girará inevitablemente haciendo que busques aspectos positivos al contratiempo, a pesar de todo. La palabras que elegimos cambian nuestras emociones y cambian también nuestros recuerdos”.
Las emociones y el lenguaje están íntimamente ligados. Una sola palabra puede cambiar cómo nos sentimos: puede subir el ánimo o puede pulverizarlo. Por lo tanto, el uso del lenguaje positivo en la educación repercute tanto en lo académico como en lo personal, comprometiendo el futuro del alumno y su felicidad.
De la teoría a la práctica
El método Aprendeaver erradica palabras como “no”, “mal” o “incorrecto” ante una respuesta claramente errónea de un alumno. Preferimos que él mismo se dé cuenta de su error por las argumentaciones de sus compañeros o porque le inducimos a una nueva observación, de modo que llegue a la conclusión de que hay otra respuesta más acertada.
Esto, además de empoderar al alumno, nos permite evitar la “indefensión aprendida” (un tema que ya abordaremos en otro post) y reducir el miedo al error. Así, podremos garantizar que el cien por cien de los alumnos participe a gusto durante toda la visita cultural.