Plantear al alumno algunas cuestiones o retos delante de una obra que le obliguen a observar y a cuya respuesta o solución llegue mediante la deducción, asegura un aprendizaje significativo. Hacer esto en un entorno distinto al aula, donde hay novedad y se percibe la trascendencia de lo que se observa, aumenta exponencialmente la retención de lo aprendido. Es una de las razones por las que los colegios hacen visitas culturales.
Lo que el alumno aprenda delante de un cuadro se grabará por más tiempo en su memoria que aquello que vea en un libro o en la pizarra digital. Además esa experiencia le transportará a una realidad pasada, servirá como fuente de inspiración, aumentará su creatividad, su razonamiento abstracto y otras capacidades que se persiguen en la formación del escolar.
LA INNOVACIÓN DIGITAL: UNA OPORTUNIDAD PARA COMPLEMENTAR EL APRENDIZAJE
Es innegable el enorme esfuerzo que ha supuesto la transformación digital en los museos. La tecnología permite “recorrer” virtualmente un lugar u observar una obra de arte de una manera nunca antes conseguida. Podemos visualizar sitios remotos como ninguna generación anteriormente lo ha hecho.
Hoy en día, en un dispositivo digital, sin movernos del sofá, podemos distinguir detalles de un cuadro que difícilmente apreciaríamos si estuviéramos frente al original. La técnica ha conseguido una resolución de las imágenes tal que nos dota de una mirada casi microscópica. Usar esta ventaja para acercar el arte es un excelente recurso que puede y debe usarse en provecho del aprendizaje significativo.
VER O ESTAR
La tecnología nos permite comunicarnos -incluso vernos- en tiempo real con personas de lugares lejanos; nos muestra cómo son las ciudades y las gentes de otros países. Pero hablar por teléfono con un amigo no es equiparable a conversar con él sentados en la terraza del Café Gijón; ni ver un documental se parece a recorrer las ruinas de Sacsayhuamán o visitar la National Gallery. En el mejor de los casos, despiertan el deseo de visitarlos.
Un recorrido virtual del Monasterio del Escorial no es lo mismo que visitarlo, pasear por sus salas, respirar su aire, saberse entre muros donde ocurrieron cosas trascendentales para la historia. Cuando visitamos un lugar no sólo vemos, también se activan otros sentidos y nacen nuevas emociones o despiertan otras dormidas. Se hacen conexiones neuronales distintas. Y si además al alumno se le enseña a ver, la experiencia se vuelve inolvidable.
Si estar nos hiciera sentir lo mismo que ver, no viajaríamos. La emoción de estar no es comparable con solo ver u oír.
LA EMOCIÓN DE APRENDER A TRAVÉS DE LA EXPERIENCIA
El ser humano nace con el deseo de conocer y eso ha supuesto nuestro éxito como especie. Explorar y experimentar son condiciones que nos permiten cubrir la innata necesidad de aprender. Por eso la humanidad se ha aventurado a investigar, a buscar remedios o soluciones, a descubrir lugares ignotos y caminos para llegar a ellos.
Nuestra especie necesita la novedad, probar por primera vez. Ama lo nuevo y desea experimentar. Y aprender es llenar nuestro cerebro de experiencias. Einstein afirmaba que “el aprendizaje es experiencia” y sobre ese eje se construye el aprendizaje experiencial.
ROMPER LA RUTINA.
La novedad provoca un estado favorable para la atención. Romper la rutina -como puede ser salir de clase o del colegio en horas lectivas- predispone al cerebro para la observación y la curiosidad.
Hay que aprovechar las puertas que nos abren los museos como espacios de aprendizaje para romper la rutina. Estar en un espacio donde han sucedido hechos históricos ha de despertar la curiosidad. Observar los mismos objetos que tuvieron en sus manos personajes que han hecho historia o han decorado sus palacios, abre una oportunidad única – al menos infrecuente durante el curso escolar- para el aprendizaje.
Estar en un museo ayuda a la empatía, a entender mejor el mundo y la sociedad. Porque una misma obra de arte transmite cosas diferentes. Puede evocar o producir emociones como alegría, paz, amor, ansiedad, rabia, tristeza, indiferencia y un sinfín de sensaciones según sea quien la contempla y su estado emocional.
PANTALLA VS. MUSEO
En una pantalla no se recorre ningún lugar ni se observa ninguna obra maestra, sino en cualquier caso se aprecia una reproducción, una copia, una realidad distinta. No lo que el artista hizo.
Mirar la realidad que una pantalla muestra no es comparable con vivir la realidad misma. La experiencia debe llevarnos a conseguir un aprendizaje significativo y la tecnología ha de facilitarnos ese objetivo. Su uso no debe obstaculizarlo ni rivalizar con otras herramientas sino complementarlas para potenciar ese aprendizaje. Que las pantallas no mermen las ganas de ir a un museo. Están para potenciar ese deseo.